En el sur de la provincia de Corrientes, la familia Zeni realiza ganadería, producción forestal e industrialización de la madera con productos que se venden al exterior; también lleva adelante una cabaña; las claves de un planteo que busca aprovechar al máximo la superficie del establecimiento y agregar valor en cada etapa
Texto Carlos Martín Moreno PARA LA NACION
En el sur de Corrientes se desarrolló una empresa que combina la cría y recría con la forestación y la industrialización de la madera. Además, la familia Zeni creó la cabaña La Victoria, que obtuvo varios premios en exposiciones. Logran producciones de carne superiores a la media zonal y los productos del aserradero se exportan a Estados Unidos.
La empresa fue fundada en 1940 por Enrique Zeni operando inicialmente como corredora de granos, que luego se agrandó en ganadería, forestación, industrialización de la madera y mercado de capitales que le presta apoyo a clientes del corretaje. Actualmente está liderada por Carlos Zeni, hijo de Enrique, y sus tres hijos.
La producción tiene lugar en Esquina, en el sudoeste de Corrientes, sobre 32.000 hectáreas, en las que se desarrolla un planteo de cría y recría con engorde en años favorables, forestación e industrialización de la madera. De las 32.000 hectáreas, 20.000 se destinan a ganadería principalmente sobre campo natural; 6000 son destinadas a forestación tradicional y 6000 desarrollan un modelo silvopastoril que combina forestación con producción de carne. En la zona llueven 1260 milímetros como promedio anual desde 1977 hasta 2023. Los suelos se clasifican en “medios”, de mejor calidad, aptos para pasturas cultivadas y verdeos, y de malezal, más bajos, con un pelo de agua en gran parte del año.
La ganadería de la empresa tiene como directora a Marina Zeni y sigue un modelo típico de Corrientes, con el campo natural como base forrajera complementado, en menor medida, con pasturas de Brachiaria brizantha, de aprovechamiento estival, y verdeos de invierno de raigrás y avena.
“La cadena forrajera de las vacas está compuesta, principalmente, por el campo natural, que cuenta con especies carbono 4, que se secan al entrar al invierno. Los rodeos se alternan entre campo natural con pastoreo directo en primavera y verano, y campo natural reservado en invierno”, afirma Martín Rasines, gerente foresto ganadero de la empresa. En el sector del campo dedicado a ganadería se sostienen en forma permanente 9000 vientres Brangus y Braford, con promedio de 0,6 equivalentes vaca, una preñez objetivo del 80% y una marcación del 70%. Ambas razas muestran muy buen comportamiento en la región y permiten una producción de carne de 65 kg/ha.
Las recrías son alimentadas principalmente con pasturas y verdeos. Estos últimos “se desarrollaron desde hace 15 años y realmente modificaron la producción de la empresa porque los campos naturales se secan con la primera helada y pierden calidad; los verdeos de invierno permiten levantar el piso productivo con forraje verde, un recurso básico para las recrías”, destaca Rasines. Anualmente se siembran 2000 hectáreas de estos verdeos anuales.
Las hembras recriadas tienen como destino la reposición de los rodeos propios y la venta como vaquillonas preñadas. De acuerdo a los precios ganaderos y de los granos, los machos se encierran en feedlots de terceros cercanos a los frigoríficos de Rosario para engordarlos hasta 450 kilos o se venden como invernada.
Producción silvopastoril
El sistema silvopastoril consiste en la combinación intencional de árboles, especies forrajeras y hacienda en la misma superficie buscando complementación de actividades y estabilidad ambiental. Los tres componentes interactúan mediante un manejo integral que permite que los árboles actúen de forma benéfica sobre los pastos y los animales, con una producción diversificada.
¿Por qué razón se inclinaron por la producción silvopastoril en la empresa? Primero, fue para encontrar una solución al crecimiento forestal sin perjudicar a la ganadería. Luego encontraron otras sinergias entre las dos actividades, tales como el reparo que aporta la forestación a los rodeos vacunos y la posibilidad de mantener manejados los pastos dentro de aquella, lo que disminuye los volúmenes de material inflamable ante un potencial incendio. Además, en los últimos 20 años, han visto una ventaja adicional: “el modelo silvopastoril permite alargar el ciclo de las especies carbono 4 del campo natural y aprovechar varios días más el forraje verde bajo de los árboles al entrar el invierno”, resalta Rasines.
Si se maneja adecuadamente el modelo silvopastoril, las especies forrajeras, tanto perennes como anuales, se comportan de la misma manera que a cielo abierto. Asimismo, al ser menor la insolación. dentro de los montes, disminuye la demanda de humedad en los primeros estratos del suelo y, por lo tanto, la evapotranspiración.
“En la empresa, además de la producción forestal clásica, se industrializa la madera. Este proceso exigía crecer en hectáreas forestadas, pero no queríamos restar áreas a la ganadería. Entonces fuimos a ver lo que hacía Jorge Esquivel, un especialista en sistemas silvopastoriles, en Misiones y norte de Corrientes, para adaptarlo a nuestra zona. Así desarrollamos un sistema que da sombra en verano y reparo en invierno, en el que la hacienda puede elegir dónde estar”, rememora.
La forestación tiene como base de especies al pino híbrido (una combinación de pino tropical con otro de zonas templadas). Tiene ramas muy finas y formato muy poco cónico, adecuado para ser procesado en el aserradero.
“Los árboles cortados producen rollos que primero se convierten en tablas y luego en molduras que se exportan a Estados Unidos”, indica Rasines. Las tablas secas se cortan en trozos eliminando los nudos; una vez cumplido ese proceso se vuelven a unir para formar molduras (zócalos, marcos de puertas y ventanas, etc.) que se embarcan casi 100% al país del norte, por las ventajas argentinas en el costo de la mano de obra y ritmo de crecimiento de los montes cultivados.
Un subproducto de la industrialización es el pellet de aserrín, una fuente de energía renovable para calderas, cuyo destino principal son los países europeos, donde se presta mucha atención a la economía del carbono y donde puede reemplazar el fueloil y otros combustibles derivados del petróleo.
La huella de carbono es un aspecto que se cuida mucho en la empresa de los Zeni. Como compañía, el total de las unidades tienen huella de carbono negativa, es decir capturan más carbono del que emiten. “El corretaje, la ganadería, el mercado de capitales y la industria de la madera emiten dióxido de carbono, pero son compensadas con la captura que realiza la totalidad de las plantaciones forestales de la empresa”, detalla Rasines. Hacia adelante aspiran a alcanzar mayor captura de carbono e intervenir en el mercado de bonos. Este mercado está tomando desarrollo: hay bonos de distintas calidades y diferente valor; en la empresa han contratado una consultora para generarlos con las plantaciones forestales.
Cabaña premiada
En el campo de los Zeni también se desarrolla la cabaña La Victoria, que en los últimos diez años trabajó muy activamente en la selección genética para la mejora de los rodeos y la venta de reproductores, con Diego Grané como asesor de selección y Select Debernardi y otros centros como proveedores de genética para inseminación artificial y toros de repaso. Utilizan trasplante embrionario y todas las técnicas de selección de punta para el mejoramiento bovino.
“En 2023 ganamos el Gran Campeón Ternero Macho Brangus de La Exposición Nacional de Corrientes y fuimos una de las cabañas visitadas durante el Mundial de esa raza. También obtuvimos por primera vez la gran campeona Hembra Brangus en Palermo, en sociedad con otra cabaña amiga”, indica. El plan comercial de cabaña La Victoria contempla tres remates durante el año, en los que se comercializan los mejores ejemplares logrados, además de la participación en exposiciones nacionales y provinciales. Hacia adelante planifican aumentar la cantidad de hectáreas forestadas, la producción silvopastoril y la exportación de manufacturas de madera, mejorando también genéticamente los rodeos, en un contexto de menor huella de carbono y con el concepto de economía circular.
En la empresa se industrializa la madera para distintos objetivos de mercado.
Un eslabón que suma beneficios para la producción
Además de hacienda, en la empresa de Zeni hay 12.000 hectáreas forestadas con pinos y 1000 hectáreas implantadas con eucaliptos y grevillea, una especie de madera dura también llamada roble australiano. La superficie forestada aumenta a razón de 800 hectáreas por año. Además de los montes con árboles y los planteos silvopastoriles, cuenta con un vivero para producir más de un millón de plantines y un semillero donde se generan las semillas de pino mejoradas con cruza natural. La totalidad de la producción forestal es procesada en la planta industrial de la misma empresa, que tiene 50.000 metros cuadrados de superficie cubierta con aserradero y naves para manufactura de madera, equipadas con maquinaria de última generación. La planta tiene 5500 Kva de capacidad eléctrica instalada y consume 200.000 toneladas de rollos de madera por año. Produce molduras naturales y pre-pintadas, revestimientos de paredes y techos y componentes para paredes, ventanas y escaleras. “Disponer de todo el proceso productivo e industrial forestal permite garantizar altos estándares de calidad y buenas prácticas medioambientales, factores que han sido reconocidos y certificados por organismos nacionales e internacionales con las normas ISO 9001: 2015 y FSC, que garantizan, con sellos, que el producto proviene de bosques correctamente gestionados y que cuidan el ambiente”, afirma Martín Rasines.